16 De septiembre.Conmemoración de la Noche de los Lápices

La tarde del pasado 16 de septiembre como forma de hacer honor y recordar a los estudiantes asesinados hace 32 años, hicimos una intervención artística en pleno centro marplatense.Representamos dos fusilamientos en las escalinatas de la catedral. Despuésm repatrimos volantes (con los ojos vendados, moribundos, manchados de sangre, y siendo apuntados y apurados por las "fuerzas de control del Estado, por la peatonal San Martín"); a la vez en el megáfono, a la voz de u herido, sonaba la siguiente reflexión:

¿Ha visto usted qué espectáculo más desagradable? Sesos y sangre por doquier, y después encima hay que ver quien limpia este chiquero. Me pregunto yo, con la seguridad de recibir una resuesta certera de su parte, si esos sesos o esa sangre no habrán formado personas como usted o yo. Me pregunto también si esas manchas rojas no podrían haberse evitado. ¿Qué dice usted? ¿Que la gente tenía miedo? Déjeme comentarle respetuosamente lo cómico que me resulta tal "miedo"... o más bien "tragicómico"¿No cree usted que deberíamos ordenar nuestras prioridades?

En lo que a responsabilidades sociales respecta, seguramente una e las primeras que se nos venga a la mente sea la de elegir cada cuatro años a las personas encargadas de representarnos, esperando cada vez menos arraigadamente que algún designio del destino nos haya llevado a la opción correcta, lo que vendría a significar que la clonación humana ha logrado el primer éxito utilizándonos como referente.¿Me entiende lo que le digo compañero? Es imposible que una persona tome las decisiones que nosotros tomaríamos y es también tonto de nuestra parte negar nuestras libertades. Sí colega, créame cuando de digo que tanto usted como yo tenemos las mismas habilidades que el hombre al que colocamos por encima nuestro.

Algunas de las personas que entendieron ésto estánahora estrelladas contra esas escalinatas, simbólicamente hablando.

¿dice usted que lamentablemente no tuvo la oportunidad de sumarse hace 32 años? Supongo que coincidimos entonces en sentirnos avergonzados por dejar que estas personas lucharan y murieran por una causa que era también nuestra, mientras nosotros teníamos como ellos la capacidad y hasta la responsabilidad de hacer lo mismo, pero preferimos delegar esta tarea.

No, amigo, no prometamos más nada. La lucha es hoy. Utilizemos nuestras fuerzas para defender lo inviolable, las libertades que, si no lo hacen, deberían definirnos como personas. No esperemos a que aparezcan las próximas manchas.